En Canarias el sufijo más usado es -ero/a: tejinero/a; puntero/a. También se da el sufijo -eño/a: herreño/a; isleño/a, pero es poco frecuente y con más frecuencia que este último -ense (igual para masculino y femenino): teldense, orotavense.
Los gentilicios relacionan a la persona con el lugar donde vive o de donde procede.
Tienen su origen en lugares (ciudades, regiones, países…) Así que a una persona cualquiera se le pueden aplicar varios gentilicios, partiendo de su barrio, luego el que le toca por su pueblo, el de la comarca o la región donde vive, el país de donde procede y por fin, el continente. Según la situación, nos identificaremos con uno u otro y también teniendo en cuenta a nuestro interlocutor.
Hay innumerables sufijos que se utilizan para formar los gentilicios: -ano/a : asturiano/a, castellano/a ; -eño/a : herreño/a; isleño/a. Aprenderlos todos es una tarea imposible. Ni siquiera los hispanohablantes los conocemos todos.
También hay gentilicios que no tienen su origen en topónimos, sino en características étnicas y formas de vida (los vaqueiros, en Asturias eran trashumantes, tenían una identidad propia, y no estaban bien considerados por el resto de los asturianos).
A veces los gentilicios tienen un origen muy antiguo. Lusos y lusas vienen del antiguo nombre romano de lo que hoy es más o menos, Portugal: Lusitania. Así, sevillano/a también es hispalense, por el antiguo nombre de Sevilla : Hispalis.
Si nos centramos en Canarias, hay gentilicios para todos y para todas. Muchas veces las rivalidades entre comunidades dan lugar a “gentilicios” malintencionados que intentan ridiculizar al otro colectivo.
Se escriben con minúsculas.
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