Las adivinanzas forman parte de nuestra cultura oral, es decir, no escrita. Como tantas cosas: cuentos, refranes, trabalenguas, juegos que se acompañaban de canciones infantiles, van quedando en el olvido. Hace cincuenta o sesenta años los niños aprendían muchos de estos juegos y lo hacían en la calle, lugar donde a diario se reunían para jugar. Las madres, las abuelas, los abuelos, los familiares en general los enseñaban tal como ellos las aprendieron: de viva voz.
Las adivinanzas no son sólo un juego. Del mismo modo que los cuentos, desarrollan la imaginación, el conocimiento del lenguaje, de la naturaleza y la lógica Por su origen rural, casi siempre los temas son de animales, frutas; elementos de la Naturaleza, como el aire, la luz… Son muy apreciadas por los niños, aún en estos tiempos y son un instrumento muy valioso en la escuela.
Todas tienen trampa y eso es lo primero que tenemos que buscar. En muchos casos la trampa está en llamar a una cosa con el nombre de otra que se le parece o tiene una función parecida, como puede ser llamar ventanas a los ojos. Otras veces crea un equívoco con palabras parecidas, juntando palabras…
La cultura oral tuvo la función de educar desde tiempos muy antiguos. Cuando no había escuelas las personas se reunían y se contaban historias, leyendas; aprendían trabalenguas, refranes, canciones, juegos. Por suerte han llegado hasta nosotros y podemos seguir disfrutándolos.
¡Además están en Internet, por si se nos olvidan!